RETRATOS DE COMIDA
Dibujo y texto
2021 - 2022

Homenaje íntimo a la comida que me ha salvado la vida
COCA COLA

A veces en esos días, ni siquiera tomaba desayuno; me levantaba, daba de lactar a mi hija y salía volando al hospital, cada paso que dábamos para salvar a mamá estaba de cargado de esperanza pero a la vez de mucho dolor e incertidumbre, una vez que llegábamos y hacíamos lo que tocaba: sacar la cita, acomodar a mamá, entregar papeles, etc.

Y cuando finalmente solo quedaba esperar a que la llamen; íbamos por una coca cola de medio litro helada al dispensador de gaseosas y por esos segundos o minutos mientras bebíamos nuestra coca cola helada era como si todo estuviera bien: el frio, el sabor, la frescura y toda esa mezcla de sensaciones lograban nublar, tapar o desaparecer momentáneamente el dolor al que estábamos acostumbrades a habitar desde que nos enteramos que mamá tenía cáncer terminal.

Este es un homenaje a la coca cola de medio litro helada que obteníamos del dispensador del gaseosas de Hospital Sabogal, que nos permitió a mi hermano y a mi sobrevivir esos tiempos duros al lado de mamá.
CHORIBURGER

Durante esos meses a veces no comíamos a las horas acostumbradas, ni las comidas adecuadas, nuestro mundo giraba alrededor de mamá y del Hospital Sabogal, en casa se quedaban mi papá y mi hermana con Alba, mi hija; mientras mi hermano y yo, acompañábamos a mamá, a veces sin desayunar, a veces esperando horas sentades la cita que tarda porque el médico de turno se demora como siempre…

Exhaustes, con hambre y tristeza salíamos de Sabogal y nos chocábamos con un Tambo, que como su nombre proclama era una reserva de alimentación y cuidados al menos para nosotres; entonces comprábamos un choriburguer para cada une.
En esos momentos con cada mordida, me sumía en un profundo placer que sostenía y contenía mi tristeza, nuestra tristeza.
MINI FONDY

Escribir sobre el mini fondy de la ibérica es como escribir sobre un tesoro, es pequeño y suculento, ahora estoy describiendo en general un par de sus características pero no sobre su esencia, el sentido que tuvo para mi durante esa época horrible, recuerdo que a pesar de los años que cargaba y de la “autoestima” supuestamente adquirida, en esa época y a pesar de permitirme ciertos placeres con altas calorías, todavía me torturaba, de hecho me torturaba mucho por cada comida que ingresaba en mi cuerpo, ¿me haría engordar o no? ¿A qué hora debía comerlo? ¿Debía comer solo la mitad?
A la mierda con todo, mi mamá se está muriendo puedo comer esto, es pequeño y es exactamente lo que necesito, pensaba.

Así el mini fondy se convertía en un tesoro, mi tesoro, ese que me ayudaba a sortear los dolorosos momentos en esos pasajes del hospital Sabogal, esos lúgubres y oscuros lugares donde casi siempre teníamos que esperar.

Yo volvía del dispensador de golosinas con un pedazo de chocolate derritiéndose en mi boca y veía a mi mamá con su rostro amarillo y delgado, sonreírme.